Abrázame
Me agaché sobre su cuerpo, sintiendo el frío de esa cueva en cada centímetro de mi piel, sintiendo el dolor en cada célula de mi corazón. Lo miré con esa sensación de la última vez. ¿Quién lo había mandado a esa misión suicida? ¿Quién nos había mandado a ese destino cruel?
Tomé su mano con fuerza mientras rodaban las lágrimas por mis mejillas. Observó cada parte de mí en un esfuerzo por levantar sus párpados. Esbozó una sonrisa y dijo en un susurro casi inaudible:
-Todo está en orden, Herm. No hay por qué llorar.
Tienes que saber
Que es lo último que pido
Que estoy desesperado
Y según mis latidos
No me queda mucho
Tiempo a mi favor
Y antes de perder
De vista mi camino
Quiero mirarte un poco
Y soñar que el destino
Es junto a ti mi amor
Lo miré, lo aprecié, lo sentí… cerré los ojos y lo viví los últimos segundos. La vida no sería vida sin él. Levanté mis párpados y observé que no le quedaban muchas fuerzas ya. A mí tampoco…
-Mi vida- susurró.
Suspiré profundamente, sin entender su expresión. Como la extrañaría… cada sonrisa, cada beso, cada caricia, cada abrazo, cada palabra que mencionaba era maravillosa ahora. Porque podría ser la última.
-Eso eres, mi vida.
Quédate un segundo aquí
A hacerme compañía
Y quédate tantito más
Quiero sentirte mía
Y abrázame…
Hoy me he dado cuenta
Que no había sentido
Tanto miedo antes
Que yo no decido
Que dios lo hace mejor
Recorrí con mis manos su cabello rojizo, sus labios finos, su piel tersa tan llena de esas adorables pecas. Me adentré en sus ojos como si fuera un océano, como si estuviera en el cielo. Y es que cada momento con él había sido como caminar sobre las nubes.
Me acerqué más para pedirle al oído…
-No te vayas, Ron.
Y antes de perder
De vista mi camino
Quiero mirarte un poco
Y soñar que el destino
Es junto a ti mi amor
Quédate un segundo aquí
A hacerme compañía
Y quédate tantito más
Quiero sentirte mía
Y abrázame…
Por primera vez, noté en su mirada un profundo sufrimiento, él tampoco quería irse. Vi en su rostro la resignación con la que estaba aceptando esa situación. Cerró los ojos. Temí que esa hubiera sido la última mirada que me hubiera dirigido.
-Solo abrázame.
Dame una razón para quedarme
Yo no quiero tu compasión
Quiero que estés conmigo
Hasta que me haya ido
Y abrázame…
Le hice caso. Lo abracé profundamente, sin dejar un centímetro entre nuestros cuerpos, para sentir cada latido de su corazón, cada respiro de sus pulmones. Él ya no tenía fuerzas para devolverme el abrazo. Me sentía bajo un hechizo, que no me dejaba ver las cosas con claridad, más allá de las lágrimas en mis ojos. Era el sentimiento de morirse por dentro…
-Te amo- le susurré.
Tienes que saber
Que es lo último que pido
Que estoy desesperado
Y según mis latidos
No me queda mucho
Tiempo a mi favor
Poco a poco, sus latidos fueron siendo más lentos, más suaves, más silenciosos… Hasta que no quedó ninguno…. Busqué una razón por la cual no irme con él, quién sabe a donde. Y era que había que salir adelante, había que seguir… por ellos dos, por el fruto de nuestro amor. Ron sabía que yo soy tan fuerte como para quedarme, como para seguir luchando. Me levanté unos centímetros y lo observé. Ya me contaría como le ha ido esos años sin mí cuando me llegue el momento. “Todo está en orden, Herm”.