HARRYFICS
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 ***Quien decide es el amor*** (Hg&Cd)

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gaby13_bellmione




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Fecha de inscripción : 07/03/2009

***Quien decide es el amor*** (Hg&Cd) Empty
MensajeTema: ***Quien decide es el amor*** (Hg&Cd)   ***Quien decide es el amor*** (Hg&Cd) Icon_minitimeMar Mayo 05, 2009 11:21 pm

[/i]Hola soy gaby, y este es mi primer fic, y las seguidoras de este fic en harrypotter.isf.com.ar, no se preocupen que no lo he plagiado, solo me he cambiado el nombre del usuario... y aqui esta:

***Quien decide es el amor*** (Hg&Cd)


[/b]Todo era tristeza. Esos primeros años tan felices que pasamos en el colegio (en realidad los tres primeros), ya se encontraban muy lejanos, sumergidos en recuerdos.
Me sentía impotente al no poder consolar como se debería a mi mejor amigo Harry Potter. El todavía llevaba en sus pensamientos, en sus sueños, la noche en que Cedric Diggory murió al volver Lord Voldemort al mundo de la magia, y sin poder hacer nada.
Ya hace poco mas de un año que Harry llego con el cuerpo de Cedric sin vida al claro donde todos nos encontrábamos.
Al volver a Hogwarts para cursar el quinto año, tuvimos que enfrentarnos con la horrorosa, repugnante e indeseable Dolores Umbridge y su “Brigada Inquisitorial” guiada por el entupido y nefasto Malfoy.
Nos escapamos de ellos, y Harry, Ron, Neville, Ginny, Luna y yo nos subimos cada uno sobre un thestral (criaturas invisibles que tiraban de los carruajes de la escuela, los cuales yo no podía verlos por que no había presenciado la muerte de nadie) para llegar al Ministerio de la Magia , adentrarnos al Departamento de Misterios y rescatar a Sirius, que según Harry en su momento había visto que Lord Voldemort estaba torturándolo…pero …todo había sido un truco para obtener la maldita profecía que hablaba de el Innombrable y Harry…
Se suponía que íbamos a salvar a una persona, pero, nosotros tuvimos que ser salvados. La Orden del Fénix llego justo a tiempo para luchar contra los Mortifagos, pero todo acabo mucho peor de lo esperado…Sirius fue asesinado por Bellatrix Lestrange, su propia prima, sangre de su sangre.
Y como si fuera poco, todavía siguió empeorando, porque la única figura paterna más cercana para Harry había sido su padrino, el ahora fallecido Sirius Black.
Se muy bien que Harry reprime aquello porque sufría por ello, pero esa primera semana después del suceso, sus ojos de verde esmeralda revelaban una agonía que hasta el propio Ron se daba cuenta. No me gustaba nada la idea de que volviera a la casa de sus groseros tíos…Me preocupaba…

Después de despedirme en la estación King´s Cross de la familia de Ron y Harry prometiéndole que nos veríamos muy pronto, fui con mis padres en busca de nuestro coche para volver a nuestra casa. Mi padre coloco el baúl que yo llevaba a la parte trasera del coche, mientras en mis brazos tenia Crookshanks, mi peludo gato rojizo de cara aplastada, y con el me deslice al asiento trasero colocándolo en mi regazo. Desde el asiento del copiloto, mama hablaba sobre como sentía mucho que no pudiéramos irnos de vacaciones a Roma, porque papa tenia una oferta de trabajo muy importante y tendríamos que quedarnos. A mi parecer, esto me venia a la mar de bien porque no tenia ánimos para viajar, menos sabiendo en la situación que se encontraba el mundo de la magia.
Papa interrumpió mis pensamientos.
- Ah, Hermione –llamo mi atención- a la noche vendrán unos vecinos a cenar.
- ¿Quiénes? ¿Los Jenks? –pregunte, sabia que mis padres se llevaban muy bien con el Sr. y Sra. Jenks, pero sus hijas, las gemelas Sandra y Maya tenían mi misma edad, y yo no les agradaba por alguna razón que desconozco y a decir verdad, ellas tampoco me agradaban. Eran caprichosas y muy arrogantes.
La idea me hizo hacer una mueca.
- No –esta vez respondió mi madre- hace un mes se mudo una familia, más o menos a dos cuadras de nuestra casa.
- ¿Y cuantas personas son? –pregunte.
- Tres – dijo mama con una sonrisa que no entendí- Un hombre, su esposa y su hijo. Son los Mason –añadió.
- Ah, ya –respondí. Genial, de seguro que esa cena iba a ser larga y aburrida, normal.
- Quizá te lleves bien con su hijo –comento mama de forma casual- , es mayor que tu, tendrá así como…dieciocho o diecinueve años. Además, es bien parecido –dijo entre risitas.
Papa que estaba conduciendo, le lanzo una mirada de desaprobación a su esposa.
- ¡Por favor!, no le des ideas a la niña –le regaño mi padre.
- ¡Yo no soy una niña! –interrumpí a mi madre que había abierto la boca para contestarle.
- Pero tampoco una adulta –dijo, y miro por el espejo retrovisor para mirar mi cara.
- Todavía no lo es, pero pronto lo será –me defendió mama, con un tono mas tranquilizador-, y ya tendríamos que hacernos a la idea –miro a mi padre a la cara con una dulce mirada. Pero eso no lo tranquilizo, y murmuraba cosas intangibles.
Yo puse a Crookshanks a un lado, y me acerque al respaldo de mi padre para depositarle un beso en la cabeza.
- Siempre seré tu niñita, papa –dije para tranquilizarlo.
- Espero, que así sea, Mione, que así sea.
Al llegar a casa, me fui a mi habitación y desempaque todas mis cosas. En mi cuarto me sentía desolada, triste sin explicación, y afuera había un lindo día; cielo despejado y un sol calido. De pronto me vino a la mente una idea: “Mi bicicleta sigue intacta en el garaje”. Por que no, me dije a mi misma, no hará daño.
Baje las escaleras, y fui a la sala, donde mi madre estaba limpiando.
-¿Qué sucede? –me pregunto.
- Iré a dar una vuelta en mi bicicleta –le dije-, si te parece, claro.
- Claro, ve –me sonrió- pero…no te quedes en la biblioteca, acuérdate que tenemos la cena con los…
- Mason –complete su frase- lo se, no tardare, ¿esta bien?
- Bien –respondió, me di la media vuelta para dirigirme hacia el garaje- ¡Ten cuidado!
Saque la bicicleta a la parte delantera de mi casa. Era roja y tenía un canasto delante. Me subí en ella y empecé a pedalear por la vereda del lado izquierdo de mi casa, todo derecho. La brisa era calida y húmeda, pero no tanto para llevar puesta una remera.
Llevaba puesto unos jeans azules ajustados, los zapatos deportivos que utilizaba para alguna caminata y una camiseta de mangas larga color verde oscuro. Mi cabello suelto volaba hacia tras por la velocidad a la que iba. Cruce la calle con cuidado y sigue dirigiéndome por la vereda, todo derecho.
Me iba en la bicicleta y había un gran árbol junto a la vereda que daba sombra hasta la calle, este la pertenecía a una casa de dos pisos y color celeste crema. Parecía que los dueños no se encontraban. Estaba llegando para pasar justo al lado del árbol y me di cuenta que había unas cajas al pie de este. De pronto, de la nada, salio una caña de madera detrás del árbol y me golpeo la cabeza justo cuando yo pasaba. Caí en seco al suelo y la bicicleta encima de mí. No se que parte del cuerpo me dolía mas, tal vez la cabeza o quizá el tobillo derecho que estaba debajo de una rueda de la bici. El sol me dio de lleno en la cara incapacitándome la visión.
-¡OH, dios! –dijo alguien, un chico, supuse- No te vi., lo siento tanto…de..déjame ayudarte.
Yo seguía con los ojos cerrados por el dolor de la frente y el sol en mi rostro. Me quito de en medio la bicicleta, me sujeto la cintura con sus calidos y fuertes brazos para ayudarme a que me pusiera de pie. Abrí los ojos y vi su rostro preocupado por mí.
No lo podía creer, lo tenia a escasos centímetros de mi rostro, me espante al instante y solo pude decir con voz ahogada: “Ce…Cedric”…
Todo se volvió negro y quede inconsciente en sus brazos.

De lo primero que fui conciente, fue de los dolores del tobillo y la frente. Sentí que estaba recostada, con la pierna derecha un poco elevada sobre un montículo suave.
Entonces algo húmedo me rozo la frente. Una vez, dos veces, tres veces, la cuarta duro unos segundos mas. Moví la cabeza hacia el lugar de donde provenían los roces, de mi lado izquierdo.
El roce húmedo se alejo de mí. No sabia donde me encontraba, ni que me había sucedido, ni porque diablos estaba recostada. Intente incorporarme, pero al hacerlo sentí un dolor muy fuerte de mi tobillo, y jadee de dolor. Unas manos me sujetaron de los hombros y me empujaron suavemente para recostarme otra vez. No proteste, me recosté de vuelta, pero recordé todo lo sucedido y sentí una sacudida en el estomago ante el recuerdo.
Abrí los ojos, y ahí estaba el, no lograba comprender como podría estar Cedric Diggory, en frente de mi, con su cabello castaño, sus ojos grises que detonaban la preocupación y me observaban con miedo. Su rostro era muy hermoso, como lo recordaba.
Se encontraba arrodillado ante mí. ¡¿Cómo era eso posible, es que me había vuelto loca o estaba alucinando?! Pero, si había visto su cuerpo sin vida. En realidad, ¡todos lo habían visto!
Yo lo miraba con ojos como platos.
- Quédate quieta…estas…herida.-el me dijo. Su voz era de un tono grave, amable, pero a la vez temblaba de miedo.
¡Ja!, que gracioso.
Me percate que en una de sus manos sostenía un paño blanco que había mojado con agua y estaba manchado de algo rojo. Miré a mí alrededor, me encontraba acostada en un sofá gris claro y mi tobillo, el herido, estaba sobre un cojin del mismo color. Era una sala. Volví mi mirada hacia el supuesto Cedric y lo mire directamente a los ojos.
-Tu…tu –trate de hablar, pero tenia un nudo en la garganta, trague aunque mi boca estaba seca, para que se me desanudara. Cedric inmóvil, espero, estaba realmente espantado-. Tu…estabas muerto…yo…yo te vi. En el claro esa noche. ¡Estabas muerto! ¡Todos te vieron y tu padre también! –lo acuse, en ese momento sentí que algo calido brotaba de mi frente, y un leve mareo me invadió. Levante la mano izquierda para saber de que se trataba, pero me la sujeto con una de las suyas y con la otra, coloco el paño en mi frente, limpiándola suavemente.
-Si estuviera…muerto, entonces, ¿Cómo podría sostenerte la mano o hablarte ahora mismo…Hermione?
Me quede inmóvil, a mitad de una respiración. No porque me haya hecho comprender que en verdad estaba ahí conmigo, cuidando de mi. Claro aunque el fuera el culpable de ello. Sino que se hubiera acordado de mí… ¿Cómo era posible? El y yo, jamás habíamos sido amigos (cuando estaba vivo a los ojos de todo el mundo).
Se oyó como se abría una puerta.
- ¡Hijo!, ¡ya he vuelto! –era la señora Diggory, su madre-. He visto que no te has desecho de las cajas aun…pero… ¿Y esa bicicleta? –se cerro la puerta.
Cedric no dijo ni Mu, se puso más pálido, pero mantuvo el paño sujeto en mi frente y todavía sostenía mi mano con la suya.
- ¿Cedric? –llamo su madre preocupada, y entro en la sala, donde nos encontrábamos- ¡Por todos los santos!, ¿Qué ha ocurrido? –primero me vio horrorizada, y luego a su pálido hijo.
Ninguno de nosotros dijo nada.
- ¿Qué ha ocurrido? –ahora se acerco al sofá donde me encontraba.
- Fue mi culpa, mama, estaba sacando las cajas y unas cañas de pescar viejas que encontré…y no la vi venir –el me soltó la mano, dejando el paño sobre mi frente y se alejo para darle paso a su madre, así pudiera verme mejor-. No me di cuenta de que venia alguien en bici y…había levantado las cañas cuando ella pasaba…fue mi culpa.
La madre de Cedric me quito el paño y observo la herida, me di cuenta de sus ojos, eran los mismos de su hijo.
- La herida es un poco profunda, y su tobillo se esta hinchando. Tendremos que llevarla al hospital –le dijo a su hijo.
- Traeré el libro de pociones para heridas, quizás puedas curarla –sugirió Cedric con gesto sombrío
- Chitsss –le aviso su madre para que cerrara el pico.
- Descuida, mama, ella me conoce…es una bruja, la amiga de Harry Potter –le informo.
- ¡Oh, no!...hijo –su madre se lamento.
No comprendí porque. ¿Habría sido porque fuera amiga de Harry?, ¿Mi amigo les había hecho daño a Cedric o a su familia?
- ¿Hermione? –me llamo Cedric- ¿Quieres que te llevemos a un hospital?...Creo que tendrán que ponerte algunos puntos…
- No…no, por favor –le respondí, para mi mal gusto, con voz pastosa.
- Esta bien, ve por el libro –le ordeno la mujer.
El con rapidez se puso de pie para ir en busca del libro, pero al hacerlo pude ver como había manchado con mi sangre el suéter de color celeste claro que llevaba muy pegado a su cuerpo, detonando sutilmente sus músculos. Salio pitando por una puerta y la señora Diggory mojo el paño en una fuente con agua, la escurrió y la coloco otra vez en mi frente.
-Así que…amiga del joven Potter, ¿he? –pregunto algo nerviosa.
¿Por qué estaban tan nerviosos y asustados?, no me iba a morir desangrada, ¿o si?
- Si …pero, ¿Cómo..? –quise preguntarle a ella lo que sucedía, pero me interrumpió.
- Lo lamento, pero no podemos decirte nada hasta no hablar con el profesor Dumbledore primero.
- ¿El profesor Dumbledore? –pregunte, sorprendida. ¿Por que el profesor estaba enterado de todo esto y no haya dicho nada?
En ese momento llego Cedric con un libro, un pequeño caldero y algunos ingredientes que situó sobre la mesita de café ubicada en el centro de la sala.
- Hijo, escribe a tu padre y a el profesor Dumbledore. Diles que tiene que venir aquí en seguida.
Así que Dumbledore vendría aquí, interesante. ¿Cuánto tendría que ver el profesor en todo este complot?, a decir verdad, no se me ocurría nada, pero pronto tendrían que decirme la verdad, o la averiguaría por mi propia mano hasta llegar al fondo de todo esto.




Bueno espero de corazon que les haya gustado, dejen sus comentarios,hasta la proxima..cuidense, besos: ***G@&Y***
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