Basado: Harry Potter
Tipo: One-short
Genero: Romance
Observaciones: Es un poco cursi
Disclamer: História original y personajes son de J.K.Rowling. Trama mia. No gano nada con esto. Tan solo satisfacción personal...
"Nunca es tarde para nada"
"" El año pasado, hace trescientos sesenta y cinco días, cuatro horas y tres suspiros, recibiste una carta, una carta como esta, pero en la cual te decía lo contrario de lo que te digo en ahora.
Antes de haber suspirado aquellas tres veces, cometí un error. El error mas grande de mi vida. Te dí mi corazón. Lo recibiste contento, pero al día siguiente lo tiraste. Días después, paseando lo encontré. Triste, solo y marchito. No tuve otra opción, tuve que tragarme el dolor. A pesar del daño que me hiciste, yo aprendí una lección. Ahora sé, que nunca más te lo daré, se lo daré a alguien especial, a alguien que me cuide y me respete, a alguien que no lo deje, a alguien que no lo olvide.
He de reconocer que soy más valiente y rebelde que antes, pero aquella timidez que conociste, sigue en mí y no te olvida. Pero sé controlarla, y por eso mantengo las distancias. Quizás sea casualidad que algún día te acuerdes de mí. Quizás sea casualidad que algún día tus fríos ojos miren con cierto disimulo aquel alma que dejaste destrozada, tal y como lo hiciste ayer.
¿Me reconociste? Sí, lo sé. A pesar del tiempo, a pesar de tu testarudez, tú me recuerdas como yo a tí. Lasima que tu me despreciaste a mí y a mi corazón.El ya aprendió la lección, no caerá en tu maldición, no caerá otra vez en el dolor.
A pesar de ser duro, a pesar de doler, a pesar de sentir que miles de astillas se están clavando por cada rincón de mi cuerpo, a pesar de intentar evitarlo, yo recuerdo una y otra vez, como aquel día, junto a aquella carta, yo lo te envié mi corazón, lo dejé en tus manos, envuelto en papel, con un lazo que encontré. En los bordes de aquel lazo, había puesto una y otra vez "Te amo". Quizás aquél día no lo sabia, pero ahora sé cuan idiota he sido. Pero también sé, que si me rindo ahora, tú lo volverás a hacer.
Me refugié en mis amigos, grandes amigos que me cuidan y me ayudan.
Aprendí a convivir con el dolor, el era un fuerte enemigo, y no lo pude echar, por eso le hice un hueco, un hueco especial, un hueco que esperaba ser ocupado por alguien importante, por alguien importante para mi, por alguien especial, que me cuide y no se olvide de mí.
Pensaba que eras una persona en la cual se podía confiar. Y para ti. ¿Quién era yo? Si, tan solo un hombro en el cual poder llorar.
Ha pasado un año, he cambiado de opinión. Ahora pienso que tan solo eres una cara bonita. Quizás me equivoqué, quizás me esté equivocando. Pero no lo puedo evitar.
Sí, es cierto, me escondo de ti. ¿Por miedo? No, en realidad no lo sé.
Es como aquella pregunta que juntos respondimos "Contesta la pregunta siguiente: ¿Qué ves en tu futuro?" Nos miramos, ninguno dijo nada. Nos quedamos en silencio. Tú leíste mis ojos, yo los tuyos no pude. Abrí la boca y te contesté "A ti". Tu sonreíste ¿De alegría? Una sonrisa que parecía de verdad, una sonrisa de la cual nunca pensé que podría hacerme daño. Por eso te pregunté "Y tú. ¿A quién ves?". Tu sonrisa perdió aquel brillo, pero yo no me dí cuenta. Miraste alrededor, y sin decir nada saliste de la habitación.
¿Por qué lo hiciste? Me pregunto cada miserable día de mi cruel existencia. A veces pienso que lo hiciste para ayudarme, quisiste preparar me para lo que vendría después. Rápido alejo esa idea de mi cabeza. Quizás sea por orgullo, pero nunca me atreveré a admitir que eso es verdad.
Siento como exploto, siento que no aguanto más, he luchado tanto tiempo para combatirte a ti y a tus recuerdos. Y todavía no lo he conseguido. Tú lo sabes, tú sabes que yo he sufrido, tú sabes que todavía sufro. Quizás no sabes que algunas noches, encerrada en mi cuarto, lloro desconsoládamente. Lloro por algo que me hizo daño, lloro por no poder olvidar. Lloro porque crees que con un sutil indicio de que te intereso un poco caeré rendida a tus pies.
Realmente, no sé cuales son tus intenciones, no sé a donde quieres llegar, no sé si algún día te arrepentirás. Pero el dolor me ha echo fuerte. Me ha ayudado a evitar caer en tentaciones, me ha ayudado a pasar de largo cuando ayer, ultimo día antes de las vacaciones de navidad, tú y yo nos encontramos a los pies de aquella vieja escalera de caracol. Me ha ayudado a mirarte a los ojos y poder disimular el enorme dolor que siento. Me ha ayudado a evitar que con tus dedos de porcelana, acaricies una vez más el ser inmóvil que yace en mi interior.
Quizás pienses que no te merezco, pero yo creo que es al revés. ¿Quién es la niña que confía en todos? yo, yo soy aquella niña que hace unos años, todas las mañanas, esperaba sentada en un banco, esperaba verte pasar con tus amigos. Aquella chica que lloraba cuando la mirabas y la insultabas. Pero que en el fondo lo agradecía, porque sabia que formaba parte de ti, que estaba todo el tiempo en tú cabeza. Que pensabas en ella, aunque fuera para mal.
Quizás pienses que estoy loca ¿Por qué no?. Aquellas fueron las peores navidades de mi vida. Y quizás sea cierto que la navidad ablanda los corazones, porque creo que jamas me habría molestado en escribir esto. Sin embargo, lo he echo.
Admito que no es la primera carta que escribo, admito que las cartas que escribí nunca las envié, admito que quisiera transformar las ciudades en campos. Me gusta soñar. Admito que en el fondo de mi corazón, todavía tengo una pequeña esperanza de oír algún día la respuesta a aquella pregunta. ¿Curiosidad? Tal vez. Creo que ese será mi deseo de navidad.
Sí, fue bonito mientras duró, pero ya todo acabó, acabó hace exactamente...
trescientos sesenta y cinco días, cuatro horas, y tres suspiros. ""
Miré por la ventana e inconscientemente sonreí mientras una lágrima recorría mi pálido rostro.
Dejé la pluma en el bote de tinta y miré una vez más en pergamino. Mi corazón latía muy lenta y pausadamente. Doble el trozo de pergamino, busqué en un cajón, con la mano revolví el contenido, al fin lo encontré. Saqué un lazo rosa, un lazo del cual las puntas estaban manchadas de tinta que se habia corrido con el paso del tiempo. Un lazo que hace tiempo había recorrido el mismo camino que recorrería ahora. Enrollé el pergamino y lo até con aquél lazo.
Sonreí al pensar tu reacción, seguro que lo reconocias. Y si lo habías olvidado, yo me encargaría de que lo recordaras.
Dejé el pergamino ya enrollado sobre la mesa y miré a mi alrededor. Estaba en mi cuarto, ni cama estaba cuidadosamente arreglada con unas sabanas rojas. En las paredes había miles de fotos mías con mi familia e amigos. Parecía un enorme mural. Además de fotos había guirnaldas, estrellas hechizadas para brillar en la oscuridad y algunos calcetines muy peludos.
En la mesita de noche, había una gran foto, yo y mis amigos, que haría sin ellos. Había una pequeña lamparita y unas velas ya consumidas. Sí, era navidad. El momento mas feliz y triste que puede existir en la vida.
Como si fuera una niña pequeña, no puede evitar la tentación de mirar debajo del pequeño árbol de navidad que había pedido a gritos que se colocase en mi habitación.
Debajo había unos paquetes, me apresuré a levantarme, pero pensé que lo mejor seria que los abriésemos en familia. Porque lo verdaderamente importante de la navidad era eso, estar en familia.
Un mechón de mi pelo me calló en la frente, cogí un coletero y me lo até en una coleta.
Miré al calendario, el día veinticinco brillaba rodeado por un montón de corazoncitos y estrellitas que había dibujado el día anterior:
-Hermione, ¿puedes bajar?
La voz de mi madre, la cual me llamaba desde el comedor, me sacó de mis pensamientos. Suspiré, agarré la bata y me la puse por encima del pijama. Me calcé mis pantuflas a rayas rosas y negras y bajé saltando las escaleras de dos en dos.
Entré en la cocina y le pregunté a mi madre que pasaba:
-Tienes visita, está en la puerta de entrada, no ha querido pasar al salón...
Miré sorprendida y me dirigí hacia la puerta de entrada.
Cuando llegué mi corazón dejó de latir por un instante. Allí estaba el, allí estaba el causante de cada una de las mil y una lágrimas que había derramado.
Sentí que me comenzaba a faltar el aire y aspiré como si fuera la ultima vez que lo haría.
El no sonreía, yo no lloraba, era en cierto modo, una buena forma de comenzar.
A pesar de ser quién era, pensé que era de mala educación no decir nada, pero lo único que conseguí fue susurrar un simple:
-Hola.
Asintió con la cabeza. Yo me armé de valor y le dije:
-Malfoy...
-Draco. -me interrumpió.
Sonreí sin darme cuenta, no pensaba llamarle por su nombre.
-Malfoy, ¿se puede saber que haces aquí?
-Vengo a darte una respuesta.
-¿U-una respuesta? ¿No crees que es un poco tarde? Ya olvidé la pregunta.
Draco sonrió y yo volví a recordarlo todo, volví a sentir alegría y tristeza a la vez.
-Si quieres, yo te la recuerdo.
No respondí, esto era demasiado para mí.
-Hace un tiempo tu me preguntaste que veía en el futura. Yo no te contesté. He estado pensando, y por fin, he encontrado una respuesta. Es la respuesta que tuve que haberte dado hace mucho tiempo.
Miré a otro lado. Sabia que no podría controlar las lágrimas. Pensé en las muchas posibilidades que había. Miles de posibilidades que se agrupaban en las dos esenciales. "A ti" o "A mi perro". La segunda opción me hizo un agujero interno. Es imposible que incluso por lo poco que era le importara me nos que un ratón a un gato.
Mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas, en mi interior pensaba en millones de cosas pero solo una me interesaba ¿Por qué tardaba tanto? ¿Quería que sufriera? Pues lo estaba consiguiendo. Sentí una mano fuerte en mi hombro que me obligó a girarme. A tan solo cinco centímetros la una de la otra se encontraban nuestras bocas. Por eso pude sentir su gélido aliento cuando dijo:
-A ti.
¿Qué me pasaba? Llevaba tiempo diciendo que jamás volvería a caer. Pero estaba temblando, ¿Tanto miedo tenia? ¿Acaso sabia desde el principio lo difícil que seria decir "no"?
Giré la cabeza, y mirando a otro lado dije:
-Eso no es bueno.
Pude sentir como la mano que había en mi hombro aflojaba la presión que causaba sobre el. Oí una débil voz que preguntaba:
-¿Por qué?
-Porque tú me ves a mi, pero yo no te veo a ti.
Esperé a que me soltara y se fuera, pero eso no sucedió. La mano que estaba en mi hombro se dirigió a mi cara, la giró hacia el. Nuestros ojos se encontraron. Y por primera vez pude leerle la mirada. Supe que era cierto, que no mentía, que lo decía de verdad. Pero no podía evitar sentir lo que sentía.
-Eso es mentira -me dijo- y tú lo sabes.
-¿Y si fuera verdad qué? -dije mientras las lágrimas corrían por mis mejillas- daría igual. Volverías ha hacerme lo mismo, volverías a dejarme sola, volverías a irte, volverías a romperme el corazón.
-Hermione, escuchame. Yo no quise hacerte daño...
-Pero lo hiciste.
-Fue poco lo que vivimos, pero... jamás podria olvidarme de algunos momentos. Y sé que tú tampoco.
-Eso es mentira. Yo me he olvidado de todo.
-¡¡¿Y de esto?!!
Draco acercó su cara a la mía y me besó. Sentí como mi sangre hervía, sentí como mis brazos dejaban de temblar. Me sentí protegida. No pude evitar que mis manos se enredaran en su pelo. No pude echar de mi aquel deseo que me impedía separarme de el, aun a falta de aire.
Pero lo tuve que hacer, a penas nos separamos dos centímetros...Pero yo sentí como si una parte de mi se desprendiera.
-¿Te acuerdas? -me preguntó mirándome a los ojos.
-Quizás más de lo que debería.
-Eso significa...
-Eso significa que a pesar de saber que no es lo correcto, a pesar de todas mis promesas, deseos y propósitos de no volverte a ver... No puedo evitar amarte, no puedo evitar hacer de mi corazón un conejillo de indias, un ratón de laboratorio. Quizás en el fondo me guste sufrir.
Draco suspiró y antes de besarme una vez mas me dijo:
-Pues ves pensando en otro entretenimiento, porque nunca más volverás a sufrir.
Aquella navidad fue la mejor de mi vida. A Draco le presenté a mis padres. Por raro que parezca, congeniaron muy bien. Draco ya no era el mismo, ya no le importaba la sangre que corría por mis mis venas y las de mi familia. ¿Será cosa de la navidad?
Al atardecer, salimos al jardín, allí me preguntó:
-¿Qué hacías cuando llegué aquí?
-Escribir una carta.
-¿Una carta? ¿A quién?
Dudé un poco, pero al fin contesté:
-A Papá Noel...
-¿No es un poco tarde?
Miré al vació, luego lo miré a el, y llena de alegría, sinceridad y emoción, dije:
-Nunca es tarde para nada...
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Espero que les guste...