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| *~*~*ESCLAVA DE LA OSCURIDAD*~*~*(D&H) | |
| | Autor | Mensaje |
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Hermione79 Admin
Mensajes : 13 Fecha de inscripción : 15/01/2009 Edad : 35
| Tema: *~*~*ESCLAVA DE LA OSCURIDAD*~*~*(D&H) Jue Ene 15, 2009 10:05 pm | |
| CAPÍTULO 1: OFRECIENDO LA LIBERTAD
Se encontraba de rodillas abrazando fuertemente a una preciosa niña. Sus ojos azules y su pelo pelirrojo le recordaban tanto a Ron... ¿Donde estaría? Podía escuchar los ensordecedores gritos provenientes del exterior, los cuales iban ligados a aquellos cegadores haces de luz que golpeaban con fiereza la fachada de la casa, la cual resistía con cierta dificultad la violencia que fuera se desataba.
Debía admitir que tenía miedo. Se hallaba completamente a solas con la única hija de su mejor amigo. ¿Y si le pasaba algo a Lucy? Jamás se lo perdonaría.
Se alzó cautelosamente del suelo intentando provocar el mínimo ruido posible, cogió en brazos a la pequeña y emprendió el paso entre la penetrante oscuridad. La niña se abrazó fuertemente a ella produciendo a su vez leves sollozos que alteraron a la castaña, la cual se aferró con más fuerza a la nena.
-Lucy, no pasa nada-aseguró Hermione en susurro para, seguidamente, besar fugazmente la frente de la pequeña para intentar apaciguar su sutil llanto.
Siguió caminando pausadamente por la casa con desmesurado cuidado, ya que un simple ruido podría llegar a alertar a los mortios. Penetró en una de las habitaciones del lugar y cerró la puerta tras de sí a la vez que extraía la varita del bolsillo derecho de su pantalón y, con un básico hechizo, lograba abrir la trampilla secreta situada bajo la cama de matrimonio, la cual, seguidamente, apartó haciéndola levitar unos pocos centímetros y depositándola pocos metros de donde en un principio había permanecido ubicada. Depositó delicadamente a Lucy en la butaca escarlata situada junto a la puerta y se dirigió a paso rápido hacia la puerta secreta, abriéndola sin esfuerzo alguno y causando un levantamiento de polvo que le hizo estornudar sonoramente, cosa que le aterró. Aspiró con fuerza el aire cargado que le rodeaba y, cuando por fin su corazón recuperó su habitual ritmo cardiaco, volteó todo su cuerpo y posó sus ojos castaños en la región en la cual se suponía debía encontrarse la pequeña Lucy Weasley pero, al hacerlo, descubrió que la niña ya no permanecía ubicada en lugar que le correspondía.
Alarmada, advirtió la puerta entreabierta que permanecía ante ella y corrió con la mayor rapidez posible sin importarle el estruendo que sus acelerados pasos pudiesen causar al golpear perseverantemente el suelo de madera. Cruzó con vertiginosidad la portezuela y se encaminó hacia el largo y estrecho pasillo que proseguía a la pequeña habitación de matrimonio. Tendida, a pocos metros de ella, pudo distinguir el diminuto cuerpo de su adorada Lucy mientras las lágrimas empezaban a brotar de sus grandes ojos acariciando sus pesados parpados, los cuales empezaban a hincharse a causa del súbito llanto que había emprendido.
Trotó hacia la niñita pelirroja, se arrodilló impacientemente a su lado y colocó su trémula mano en la pequeña frente ardiente de la chiquilla. Se tranquilizó al averiguar que respiraba sin esfuerzo y con la frecuencia necesaria. Con extrema delicadeza, recogió entre sus vibrantes brazos a la niña y se encaminó escaleras abajo, hacia la cocina. Tras obtener un poco de hielo, el cual envolvió con un paño seco y colocó en la febril frente de la diminuta pelirroja, retomó la marcha dirigiéndose nuevamente hacia el piso superior; a la habitación en la cual pocos minutos antes había permanecido.
Debía marcharse de allí antes de que los mortios les encontrasen. Con ese único pensamiento en mente, anduvo con la mayor presteza posible el recorrido hasta llegar, finalmente, hasta su destino sin apartar ni un instante su vista de la débil criatura situada entre sus protectores brazos. Al alzar la mirada para visualizar la trampilla asentada a pocos metros de ella, su corazón emprendió un violento golpeteo que sacudió impetuosamente su pecho.
Un individuo vestido con las ropas típicas de los mortífagos, un elegante traje compuesto por una camisa de seda y pantalones de satén negros a los cuales se les incorporaba una refinada capa también negra y una terrorífica máscara metálica que encubría parte de su rostro, permanecía ante ella con una penetrante y espeluznante sonrisa en su tez, que combinaba perfectamente con la gélida mirada que transmitían aquellos fríos ojos mercurio que depositó descaradamente en sus asustadizos ojos castaños.
Entre sus engarrotados brazos, percibió la agitada respiración que Lucy llevaba a cabo y el ardor que su cuerpo transmitía empezaba a calentar sus brazos cubiertos por una chaqueta vaquera y una fina camiseta de manga larga. Completamente alterada, contempló el sonrosado rostro de la pequeña mientras sentía la amenazadora varita que les apuntaba a ambas a muy poca distancia. La fiebre iba en aumento.
-Deja a la niña vivir-rogó con voz quebrada y ojos cristalinos a aquel siniestro individuo sabiendo, a la perfección, que su petición no sería asumida por el mortio, aunque debía intentarlo.
-¿Porqué debería hacerle caso a una asquerosa sangre sucia como tú?-preguntó el muchacho con repulsión acercándose lentamente a su joven presa.
Al escuchar aquella siseante y profunda voz no pudo evitar entreabrir sus carnosos y palpitantes labios, aunque ni un solo sonido emergió de su resquebrajada garganta. Sabía que conocía aquel intenso sonido.
-Te daré lo que quieras-aseguró la muchacha al borde de la desesperación.
-No tienes nada que poder ofrecerme-concluyó el asesino sin desviar ni un simple segundo tanto su varita como su vista de aquella conocida y odiosa castaña observando, completamente complacido, las lagrimas que empezaban a emerger de sus grandes y brillantes ojos.
-Seré tu esclava-ofreció exasperadamente la osada joven.
El mortífago sonrió asombrado mientras meditaba en su fuero interno la oferta que la chica le había sugerido.
-¿Serás mi esclava hasta el día de tu muerte?
-Si, lo juro-prometió Hermione aprisionando con rigidez a Lucy entre sus brazos-Pero debes dejar viva a la niña-condicionó depositando su osada vista en su enemigo, el cual borró la extraña sonrisa que había permanecido hasta entonces incrustada en su parcialmente cubierto rostro.
-Yo no obedezco órdenes. Y, mucho menos, de una simple impura-farfulló con la repugnancia ensamblada en su aterciopelada voz.
-Si le dejas vivir te obedeceré en todo lo que me mandes...para siempre-propuso la castaña cerrando con fuerza sus parpados originando, así, que varias lágrimas que hasta entonces habían logrado permanecer en sus retinas finalmente se desprendiesen de éstas y recorriesen un nuevo trazo a través de sus coloreadas mejillas-Dejaré que hagas conmigo lo que quieras. Jamás me resistiré-concretó con voz temblorosa mientras volvía a abrir sus asustadizos ojos.
El mortio se aproximó lentamente a su presa hasta que entre sus cuerpos se encontraron a medio metro de distancia el uno del otro. Fue entonces cuando, ante la incredulidad de la muchacha, el joven asesino murmuró unas palabras que ella jamás hubiese podido creer posibles pronunciar.
-Trato hecho-masculló el muchacho esbozando una satisfactoria sonrisa en su tez mientras, a su vez, colocaba con rapidez su diestra varita en el desnudo cuello de su nueva rehén-¡Desmayus!-murmuró instantes antes de que la habitación se nublase ante los sombríos ojos de la joven muchacha hasta que aquella nubosidad se transformó en simple oscuridad. | |
| | | Hermione79 Admin
Mensajes : 13 Fecha de inscripción : 15/01/2009 Edad : 35
| Tema: Re: *~*~*ESCLAVA DE LA OSCURIDAD*~*~*(D&H) Vie Ene 16, 2009 5:55 pm | |
| CAPÍTULO 2: PROVOCACIONES
Despertó horas más tarde a causa del frío y de los martillazos que atizaban su dolida cabeza. Entreabrió los parpados notando la hinchazón y el peso que éstos ejercían impidiendo que pudiese abrirlos con totalidad. Se encontraba tumbada sobre el gélido suelo de piedra y su cuerpo permanecía completamente entumecido y acurrucado; se trataba de un gesto innato que había realizado mientras permanecía inconsciente quizá con el propósito de mantener el calor en su enclenque cuerpo para impedir que muriese congelada en aquel extraño lugar.
Con gran esfuerzo, consiguió alzar la parte superior de su agarrotado cuerpo, recostándolo sobre la rígida pared que se encontraba a sus espaldas. Examinó la pequeña estancia con detenimiento llegando a la conclusión de que se encontraba atrapada en lo que parecía ser una claustrofóbica celda tan sólo iluminada por la tenue luz que ingresaba a través de una diminuta ventana con garrotes que se encontraba sobrepuesta a su cabeza.
Durante varios segundos, analizó cada una de las mugrientas y húmedas paredes de piedra hasta que su vista finalmente se detuvo en la gran puerta de metal dispuesta ante ella, claramente fabricada con un material mucho más moderno que los que componían aquella pequeña habitación y cada uno de los muros que la componían. Lánguidamente y completamente dolorida, logró alzarse sin dejar de apoyar gran parte de su peso en el duro muro que se ubicaba a sus espaldas. Reprimiendo un gemido, estiró sus entumecidas piernas hasta lograr el movimiento de sus hasta entonces molidas articulaciones. Se encontraba demasiado débil para intentar elaborar grandes movimientos, así que permaneció en total silencio en su actual posición sin desvincularse en ningún instante de la muralla que le servía como soporte.
Al cabo de pocos minutos de permanecer en aquella incómoda postura, escuchó el cerrojo de la puerta, que se abrió en una rápida maniobra dando paso a un molesto chirrido que originó aquel gigantesco portón de metal. Tras él, apareció aquel odioso individuo que recordaba con total claridad en su confusa mente. Iba vestido, como siempre solían ir los mortios, de riguroso negro. En un rápido movimiento, el gran portón se cerró tras él, el cual dirigió su intensa mirada hacia Hermione, observando y analizando cada gesto y cada detalle de su estático cuerpo. La muchacha permaneció completamente inmóvil ante la desgarradora mirada que el chico le dedicaba y, en un alto reflejo, entrecerró los ojos fulminando, así, a aquel joven que creía conocer.
-¿Quién eres?-interrogó la castaña examinando tendidamente al mortio que se encontraba reclinado con los brazos cruzados sobre la consistente puerta metalizada.
El muchacho permaneció en total silencio con una satisfactoria sonrisa pintada en su blanquecino rostro durante varios minutos en los que Hermione creyó que perdería su escasa paciencia aunque, por suerte, logró controlar a la perfección sus salvajes y dementes impulsos.
-¿No me reconoces Granger?-preguntó placenteramente el chico acercándose con extrema lentitud a la aturdida joven-Vaya, vaya... ¿Así que no sabes a quien le has confiado tu vida?-murmuró gozosamente.
La castaña permaneció totalmente paralizada rememorando una y otra vez el sonido de aquella peculiar y conocida voz. Con gran rapidez, sus ojos castaños se posaron en los grises de él y una mueca de horror se formó en su contorsionado rostro.
El chico sonrió con altanería al ser sabedor de que la muchacha al fin había descifrado el gran enigma que se había formado en su audaz cabeza.
-Ya era hora Granger-farfulló el chico volteando los ojos sin borrar aquella atronadora sonrisa-Creía que eras más lista, de verdad que si.
Hermione permaneció en total silencio, en un estado de shock del que no pudo recuperarse hasta varios segundos después. Era la esclava de Draco Malfoy, el ser más aborrecible y odioso del mundo y justamente era a él a quien ahora, por desgracia, pertenecía. No podía ser cierto. Aquello no podía estar ocurriendo.
-¿Dónde está Lucy?-preguntó recelosamente la castaña al recordar a la pequeña y hermosa pelirroja que tanto amaba.
-Está bien-aseguró Draco quitándole importancia al asunto que tanto preocupaba a la muchacha.
-¿Cómo puedo saberlo?-interrogó nuevamente la chica sin creer al joven mortio que se encontraba ante ella.
-No puedes-respondió el rubio con una pícara y gustosa sonrisa-Tendrás que creer en mi palabra-comentó observando a Hermione cautelosamente esperando su rápida reacción.
-¿De verdad crees que voy a creerte Malfoy?-preguntó la chica con total inconformidad mientras se cruzaba de brazos y entrecerraba como solía hacer sus inflamados parpados.
-Granger, no me importa que me creas o no-testificó seriamente el mortio-Sólo eres una asquerosa sangre sucia y, además, ahora también eres mi esclava y me perteneces.
Los ojos de Hermione se empañaron como antaño y reprimió las lágrimas tanto como pudo en sus retinas y al dar la batalla finalmente por perdida, descendió la mirada posándola en el firme suelo de piedra desgastada. No estaba dispuesta a que aquel odioso monstruo le viese llorar, que viese con sus propios ojos lo débil que en ocasiones llegaba a ser.
-Vamos-ordenó Draco abriendo la enorme puerta metálica de la celda.
La castaña permaneció inmóvil observando con curiosidad y extrañez a Malfoy, que esperaba impacientemente junto al hueco que ahora se había formado a través de la muralla que le mantenía encerrada en aquella lúgubre estancia.
-¿Quieres pasarte el resto de tu vida encerrada en esta celda?-preguntó hostilmente el chico, que había descruzado los brazos y había emprendido de nuevo el paso cruzando el portón.
-Yo...-farfulló Hermione sin poder dejar de entrelazar nerviosamente sus finos, alargados y gélidos dedos-No-masculló finalmente.
-Entonces sígueme-volvió a ordenar dándole la espalda a la chica y emprendiendo el paso que durante pocos segundos había cesado.
La castaña siguió los aristocráticos y seguros pasos del rubio por aquella espaciosa y lujosa mansión que se mostraba ante sus atentos y curiosos ojos. Recorrieron varios pasillos completamente desiertos, ascendieron por unas elegantes escaleras de mármol color marfil recubierto por una lujosa alfombra platina que daba un tono sofisticado y extrañamente calido al lugar y caminó lo más separada del chico hasta que finalmente la marcha finalizó mostrando ante su cuidadosa mirada una puerta, la cual seguramente estaba fabricada con algún tipo de madera carísima y de primerísima calidad.
El muchacho abrió la puerta sin ningún tipo de vacilación y penetró en la estancia esperando que la chica le siguiese, cosa que hizo pocos instantes después.
-Esta será tu habitación-reveló Draco fijando en ese momento sus intrépidos ojos mercurio en su esclava-Y siempre que lo desee yo vendré-aclaró seguidamente consiguiendo que la castaña centrase toda su atención en él.
Hermione frunció enérgicamente sus carnosos labios y apretó con fuerza la mandíbula sin desviar la vista de Mañfoy todavía sin poder creer lo que el rubio acababa de esclarecer. ¿Qué se creía? ¿Acaso pretendía acostarse con ella? ¡Jamás lo haría y estaba realmente loco si creía que iba a ejecutar algo parecido!
-Esta noche cenaras conmigo-mandó Draco emprendiendo el paso hacia el exterior de la habitación, aunque la atrevida voz de la castaña provocó que apurase la caminata.
-No iré-aseguró la chica, la cual permanecía con los brazos cruzados y el cejo fruncido.
El rubio volteó bruscamente y observó con aborrecimiento a aquella temeraria joven que se atrevía a desafiarle.
-¿Cómo?-preguntó el muchacho fingiendo tranquilidad, aunque su tono de voz denotó más frialdad de la que era habitual.
-Que no iré a cenar contigo esta noche ni ninguna otra-respondió decididamente la castaña sin apartar sus indomables ojos del más odioso de sus enemigos.
-¡Juraste obedecerme!-gritó Draco sin poder controlar la furia que empezaba a emerger por cada poro de su tensa y fina piel.
-Tu juraste que dejarías a Lucy viva-comentó Hermione a sabiendas del peligro que corría contradiciendo al joven, aunque no estaba dispuesta a cumplir su parte del trato si él no se había dignado a cumplirlo también.
-Lo he hecho-afirmó entre dientes a la vez que aferraba sus manos en puños.
-Demuéstramelo-retó la castaña provocando claramente al rubio, que logró apaciguar levemente la furia que en su interior se había desencadenado.
-No voy a obedecer a un ser inferior-comentó el chico sin lograr aflojar sus dedos, los cuales permanecían aferrados entre ellos peligrosamente.
-Entonces no esperes que yo te obedezca a ti-farfulló Hermione sin mostrar ningún tipo de vacilación en su voz ni en su mirada aunque, verdaderamente, sentía pavor. Un pavor bien disimulado por una fachada de orgullo desmesurado.
-¡Si no vienes a cenar, no comerás nada en una semana!-manifestó el joven completamente enfurecido ante el comportamiento inmaduro e insoportable de la impura. Debía hacer grandes esfuerzos por intentar no lanzarse a su cuello, el cual gustosamente hubiese aferrado con sus fuertes manos y hubiese estrangulado hasta que cualquier molécula de oxígeno hubiese abandonado el cuerpo de la muchacha.
-No me importa-aseguró la castaña dándole la espalda al rubio, el cual enfureció y salió con rapidez del cuarto pegando un fuerte portazo.
Sabía que debía salir de allí para impedir cometer un acto contraproducente intentando realizar aquello que su cuerpo exigía y parte de su mente le demandaba. | |
| | | Hermione79 Admin
Mensajes : 13 Fecha de inscripción : 15/01/2009 Edad : 35
| Tema: Re: *~*~*ESCLAVA DE LA OSCURIDAD*~*~*(D&H) Miér Ene 21, 2009 4:56 pm | |
| CAPÍTULO 3: IMPONIENDO OBEDIENCIA
Cuando Draco Malfoy salió de la habitación pegando un gran portazo, a Hermione se le cayó el mundo a los pies. Se tumbó en la mullida cama situada al centro de la acogedora estancia y cubrió con sus descubiertas manos su rostro repleto de lágrimas. No podía cesar su abrumador lloro. No sabía lo que el futuro le deparaba y eso le aterrorizaba de sobremanera. ¿Qué haría Malfoy ahora con ella?
Tanto Harry como Ron y Hermione habían conseguido encumbrarse en lo más alto de la pirámide que englobaba a cada uno de los aurores y eso les daba prestigio y una popularidad envidiable pero, a su vez, este alto rango les privaba de privacidad y les acarreaba un exceso de trabajo y disciplina. En su mundo ellos eran los más capaces y los más fuertes y eso lo sabía a la perfección. Poseían un nivel elevado de magia, incluso superior a los más longevos pero, ni siquiera poseyendo todas y cada una de estas cualidades podía lograr escapar de allí o intentar si quiera enfrentarse a su enemigo pues a su vez, y al igual que sus dos amigos y ella misma, Draco Malfoy había logrado obtener una inestimable reputación en aquel mundo en guerra. Por lo que sabía, y no era poco, Malfoy, Zabini y Parkinson habían logrado obtener una alta condición en su amplio grupo de mortífagos y permanecían en el selecto grupo de protegidos de Voldemort, lo cual empeoraba con creces la situación en la que se encontraba. No sólo se hallaba en un terreno completamente desconocido sino que, además, no conservaba la única arma que le hubiese podido otorgar la libertad: su diestra varita de madera de vid con nervio de dragón la cual, seguramente, aquel horrible ser le habría arrebatado. Era consciente de que el único que lo tenía completamente todo a su favor era Malfoy y que, a día de hoy, su vida dependía íntegramente de las decisiones que su enemigo pudiese adoptar de ahora en adelante.
Dejó escapar todas las lagrimas que durante años había reprimido simplemente por el hecho de verse obligada a aparentar fortaleza para poder lograr que todas las personas que le rodeaban no perdiesen jamás la esperanza, una esperanza realmente limitada que cada día que pasaba perdía consistencia. Tras descargar todos los lamentos y todas las lágrimas posibles hasta quedar completamente saciada, el cansancio logró derrotarle sumiéndole, finalmente, en un profundo y turbulento sueño.
Despertó sobresaltada ante el fuerte estruendo que abarrotó con totalidad la entonces lúgubre estancia. Al dirigir su adormilada vista hacia el lugar del cual había provenido aquel ensordecedor ruido, un nuevo sobresalto logró sacarle de su soñolencia. Unos enormes ojos verdes brillaban entre la oscuridad, le observaban.
-Lo siento mucho señorita-comentó con voz aguda una diminuta elfina, la cual permanecía con los ojos llorosos sin despegar la mirada de la castaña, que permanecía en silencio analizando cada rasgo que mostraba aquel ser que había irrumpido en la habitación.
La pequeña elfa se dirigió hacia una de las paredes color canela e inició una serie de golpes elaborados por su grande y dura cabeza. Hermione, asustada ante el comportamiento irracional de aquel diminuto ser, se alzó rápidamente de la cama en la que permanecía recostada y se dirigió hacia la elfina, a la cual rodeó con sus delgados brazos impidiendo, así, que ésta prosiguiese con violenta labor.
-No hagas eso-susurró la castaña depositando a la menuda elfa sobre la anchurosa cama cubierta por un grueso edredón del mismo color que las luminosas paredes que cercaban la sala-¿Cómo te llamas?-preguntó a aquel asustadizo ser una vez éste consiguió tranquilizarse y ceso en sus intentos por autolesionarse.
-Me llamo Elisa, señorita-murmuró tras algunos segundos de silencio originando que en el blanquecino rostro de la castaña se formase una amigable sonrisa.
-Yo soy Hermione-se presentó mostrando la calidez y la dulzura de la que era poseedora.
Aquella diminuta criatura permaneció completamente paralizada examinando con curiosidad y desconcierto a la humana que se ubicaba ante ella mostrando una simpatía muy poco habitual entre las personas a las cuales durante años había servido.
-¿La señorita Hermione desea alguna cosa?-preguntó rápidamente la elfina bajando de la cama en la que se había hallado sentada esbozando quizá por primera vez en muchos años una radiante sonrisa que logró cautivar a la muchacha que le observaba.
-No, gracias-respondió Hermione con cortesía sin querer parecer desagradecida.
-Mi señor esta muy enfadado porque usted no ha asistido a la cena-anunció aquella pequeña intrusa exteriorizando nuevamente su chillona voz.
Hermione se sintió insultada ante las palabras de la elfina y, en pocos segundos, la furia logró extenderse por cada rincón de su estacionado cuerpo. Aquel indeseable había osado enfadarse con ella por no querer asistir a una cena tras proponer tal acto con una insolencia y una indecencia inconmensurable.
-¡Dile a tu señor que ya puede enfadarse todo lo que desee porque jamás le obedeceré!-gritó Hermione con un tono de voz demasiado impetuoso y encolerizado que logró atemorizar a aquella impresionable criatura que había borrado la radiante sonrisa que minutos antes había esbozado.
Con paso firme, la chica se dirigió hacia el gran ventanal que cubría una de las paredes del cuarto, justo la que se hallaba en frente de la puerta que daba paso a la estancia. Contempló el precioso paisaje que se alzaba ante ella intentando apaciguar la cólera que había invadido su tenso cuerpo, ahora ya más relajado. Aspiró con fuerza y cerró sus cansados parpados simultáneamente intentando recobrar la calma que le había abandonado unos breves segundos.
-Señorita...mi señor es una buena persona-farfulló la intimidada elfa sin atreverse a acercarse a la ahora estática muchacha que permanecía ante la ventana.
La castaña abrió los ojos y permaneció durante varios minutos observando el enverdecido panorama que se alzaba ante ella pero no accedió a responder el servicial comentario de la elfina.
-¿Él te ha enviado aquí?-preguntó Hermione minutos después, cuando la serenidad logró aplacar la furia ya casi inexistente.
La elfina mostró el nerviosismo que aquella pregunta le había causado y se mostró reticente a responderla.
-Yo...bueno...mi señor...-farfulló sin lograr elaborar una oración propiamente dicha.
-Por favor, dile a Malfoy que si quiere decirme algo que venga él y no envíe a sus siervos-declaró la muchacha mostrando nuevamente su dulzura completamente arrepentida por haber asustado a aquella escuálida criatura que vigilaba cada uno de sus gestos y cada cambio de humor que exteriorizaba-Se que te estoy poniendo en un apuro, pero necesito que se lo digas-pidió sin querer obligarle a cometer tal acto.
-Si, señora-mencionó la elfina asintiendo sin demasiado brío segundos antes de desaparecerse de la ahora solitaria sala.
Hermione permaneció inmóvil esperando la llegada de un furioso Draco Malfoy, aunque no temía lo que él pudiese hacerle, ya no. Contempló completamente fascinada los haces de luz que empezaban a cubrir el azulado cielo hasta que otro hecho logró captar su total atención. Escuchó el fuerte golpe que la puerta provocó al aporrear la pared y dirigió lentamente su vista hacia la entrada, en la cual se encontraba un rubio ahora con el rostro descubierto, el cual profesaba toda la cólera que sentía.
-¿Qué quieres Malfoy?-preguntó Hermione aparentando indiferencia mientras esbozaba una tenue sonrisa en su tez logrando aumentar la ira del muchacho.
-¡¿Como te atreves?!-gritó el joven mortio cerrando rabiosamente la puerta de la habitación.
-No sé a que te refieres-aseguró la castaña fingiendo desconcierto ante los gritos que Draco le dedicaba.
El rubio se acercó apresuradamente a ella con un macabro brillo en sus centelleantes ojos grises. Agarró con fiereza el cuello de la impura con sus diestras manos y la propulsó con brutalidad contra la sólida pared obteniendo un grito de dolor procedente de la garganta de la adolorida muchacha.
-No sé quien te has creído que eres Granger, pero ten claro que tan solo eres una asquerosa sangre sucia y que ahora me perteneces-murmuró Draco cerca del oído de la muchacha a la vez que apretaba con más ímpetu el pescuezo de ésta, la cual le dedicó exclusivamente a su enemigo una mirada cargada de puro odio.
-Malfoy...yo no le pertenezco a nadie...-farfulló Hermione mientras luchaba inútilmente por coger aire, el cual empezaba a escasear en sus pulmones- Y mucho menos...a una asquerosa serpiente como tú...-logró comentar instantes antes de que el muchacho, ante su total asombro, dejase libre su cuello.
Aspiró el aire que le envolvía con recelo cómo si fuese la última vez en la que tuviese ocasión de hacerlo.
-Te demostraré quien manda aquí Granger-mustió el joven manteniendo la proximidad.
Durante unos pocos segundos, en los que el corazón de la muchacha capturó un ritmo descomunalmente acelerado, se observaron. Contemplaron y examinaron sus rostros a una distancia peligrosa, demasiado próxima a la que debían mantener. El chico manifestó claramente la aversión que sentía por la joven que permanecía ante él trazando una mueca de repulsión en su tez instantes antes de recorrer el breve trazo que le separaba de la puerta, la cual cruzó y selló con un nuevo portazo tan violento cómo los anteriores.
La muchacha ahogó en su garganta un gemido mientras posaba sus convulsionadas manos sobre el agredido cuello a la vez que reclinaba la cabeza sobre la pared que permanecía pegada a su espalda dejando que su cuerpo resbalase por ésta hasta que sus posaderas se asentaron en el duro y frío suelo. Sin poder resistir por más tiempo el llanto y sintiéndose tremendamente débil, dejó que las lágrimas volviesen nuevamente a cubrir su entristecido rostro hasta que, finalmente, se adormeció con la cabeza oculta entre sus encogidas rodillas. | |
| | | Hermione79 Admin
Mensajes : 13 Fecha de inscripción : 15/01/2009 Edad : 35
| Tema: Re: *~*~*ESCLAVA DE LA OSCURIDAD*~*~*(D&H) Miér Ene 21, 2009 5:01 pm | |
| CAPÍTULO 4: LA HUIDA
Pasaron dos días en los que Hermione se había negado a comer nada aunque Elisa, la adorable elfina con la que había entablado una rápida amistad, le había ofrecido persistentemente comida sin que su amo advirtiese la traición de su sierva, a la cual había ordenado que vigilase e informase de cada uno de los actos que la castaña llevaba a cabo.
-Señorita, debe comer-aseguró la elfina acercándole a la muchacha un plato de deliciosas empanadas caseras que ella misma había elaborado. La castaña, completamente ausente, permanecía leyendo uno de los libros que aquel pequeño y adorable ser le había concedido para que pudiese entretenerse en aquella cárcel en la que residía aislada. Sentada en el sillón azul cielo, que se encontraba junto al ventanal, dejó divagar su imaginación eclipsándose, cómo solía hacer, de la realidad que le asediaba. -Señorita...-insistió la elfina intentando captar la atención de la muchacha cosa que, tras algunos segundos, logró. -Elisa no tengo hambre, pero gracias por tu amabilidad-agradeció Hermione desviando unos instantes la mirada de su libro para posarla en la elfina mientras le dedicaba una dulce sonrisa que embriagó a la menuda criatura. Tras su confirmación, un feroz y sonoro rugido procedente de su barriga llamó la atención de la preocupada elfa, la cual frunció la frente mostrando su inconformidad ante la testarudez de la muchacha.
-Señorita, si no come morirá-murmuró aquel diminuto ser manifestando su inquietud. La joven, sin borrar la afable sonrisa de su rostro, se puso en pie y caminó hasta situarse ante la pequeña criatura de simpático aspecto para, seguidamente, arrodillarse ante ella. -Elisa, se que todo esto lo haces por mi bien y te lo agradezco enormemente, pero no voy a ceder ante tu amo-comentó la castaña en un inútil intentó por hacer razonar a la elfa. -El amo no es tan malo como parece-aseguró Elisa intentando defender la crueldad y la rudeza que hasta entonces el muchacho había manifestado con total claridad. La muchacha no borró la sutil sonrisa permaneciente en su tez, pero tardó algunos minutos en responder el comentario de la elfina. -Es peor-aseguró la castaña intentando tapar su enfado con una desfigurada sonrisa para evitar asustar como antaño a su única amiga. -El amo...bueno...él...-farfulló Elisa sin saber que citar para intentar defender la actitud sombría de su Señor. -No puedes encontrar palabras para defenderle. Es un monstruo, admítelo Elisa-expresó Hermione sabiéndose ganadora de aquella conversación que no tenía pies ni cabeza, pues la actitud de Malfoy era completamente indefendible. -Si usted le conociese...Se lo pido-pidió juntando sus largas y arrugadas manos ocres-déle una oportunidad al amo.
La castaña bufó con clara inconformidad ante la petición de la dulce elfina. No podía aceptar tal requerimiento, ni siquiera si era Elisa la que lo demandaba. -No puedo...-murmuró la joven bruja intentando no ofender al único ser de aquel lugar que le había mostrado gentileza y sociabilidad. -¿Por qué?-quiso saber la aturdida criatura, la cual no comprendía la negativa de la castaña, que permanecía pensativa mientras mantenía los labios fruncidos. Hermione se alzó paulatinamente del gélido suelo y recorrió nuevamente la senda que dirigía hacia el sillón en el cual había permanecido sentada durante horas y, como otras veces, volvió a acomodarse en la cómoda butaca entrelazando con sus delgados dedos el grueso volumen que durante horas había captado su interés.
Permanecieron en total mutismo durante varios minutos en los que Elisa fijo sus grandes ojos verdes en la castaña situada a pocos metros de ella. La silenciada muchacha permanecía cruzada de piernas con el libro cerrado entre sus manos y con la mirada perdida posada en él.
-¿Quieres saber que es para mi tu amo?-logró pronunciar en un leve susurro, al cual la confusa elfina respondió con un efímero asentimiento-Para mi Draco Malfoy es la persona más arrogante, temible, vengativa, rencorosa y retorcida que he conocido en mi vida. Carece de sentimientos y cuando observo sus ojos grises que no denotan nada más que simple gelidez , ¿Sabes que veo? Una débil negación por parte de la elfina ocasionó que la joven posase sus brillantes ojos castaños en ella mientras mantenía una seriedad muy poco usual. -Veo a la mismísima muerte-murmuró sin apartar su fija vista de aquel ser que le observaba obstinado. -Pero el no es así-aseguró Elisa completamente segura de sus palabras-El amo es bueno y compasivo-afirmó ante la incrédula mirada de Hermione, que originó una breve carcajada que molestó a la elfina. -Desearía un millón de veces morir antes que tener que pasar un simple día con tu amo-comentó testarudamente sabiendo a la perfección que no podría lograr hacer cambiar el parecer de la elfa hacia su amo, un amo realmente despreciable. La elfina pareció molestarse muchísimo ante la actitud arrogante de la castaña y, sin siquiera despedirse y elaborando un gesto de total desaprobación dirigido hacia la joven bruja, se desapareció de la habitación. Por suerte para Hermione, Elisa había mostrado en más de una ocasión su patosidad y su despiste, lo cual quizá no pudiese parecer en la mayor parte de veces nada beneficioso pero, en ese instante, no hubiese podido venir mejor la distracción de la menuda elfina. Tendido sobre la cama, se hallaba el manojo de llaves perteneciente a Elisa y en el cual se encontraban cada una de las llaves que abrían y cerraban las múltiples puertas que se ubicaban en aquella gigantesca mansión. Se levantó del mullido sillón con extrema rapidez y agarró el manojo de llaves para, seguidamente, probar con la mayor determinación y presteza posibles, cual era la que pertenecía a la cerradura de aquella estancia. Tras pocos segundos, logró encontrar la que casaba con el cerrojo y su corazón emprendió un molesto golpeteo que arremetió sobre su pecho. Rápidamente, ocultó la pequeña llave en el bolsillo derecho de su pantalón vaquero y volvió a depositar el resto de ellas encima de la cama en el mismo lugar en el que anteriormente habían permanecido ubicadas.
Segundos después de haber vuelto a posarse encima de la butaca, Elisa se apareció nuevamente en el cuarto al advertir la desaparición del puñado y pesado manojo. Sin siquiera molestarse en observar a la castaña, quizá temiendo desenfadarse con demasiada rapidez al contemplar su rostro, volvió a desaparecerse sin despedirse.
Segundos después, la elfina apareció en la habitación con cara de desagrado y cogió el manojo de llaves desapareciendo después. Hermione esperó pacientemente hasta altas horas de la madrugada para poder llevar a cabo su plan, no se trataba de un plan demasiado elaborado pero no podía idear nada más sensato que pudiese resultar. Desde el pequeño enfado con la elfa, ésta no se había dejado mostrar nuevamente lo que, aunque le resultase doloroso, le venía como anillo al dedo. Ante ella no hubiese podido escapar pero, sin ella, tenía vía libre. Esa noche escaparía de aquella prisión que lentamente le estaba matando. Se quitó con presteza los zapatos dejándolos junto a la cama para, seguidamente, despenderse de la aparatosa chaqueta vaquera, la cual presentaba colgados unos pequeños instrumentos que originaban un leve sonido al moverse que podría delatarle y, sin pensárselo dos veces, cogió la llave depositada en su bolsillo, la incrustó en la cerradura, abrió cautelosamente la puerta y salió de cuclillas, intentando ocasionar el mínimo ruido posible, de su prisión. Su corazón latía a mil pulsaciones por hora. Si Malfoy le descubría, podría darse por muerta. Recorrió los largos pasillos en forma de laberinto que se entrelazaban los unos con los otros hasta que, por suerte, encontró las escaleras que daban al piso inferior y, con paso lento, descendió por ellas. La oscuridad se apoderaba del lugar y se vio obligada a caminar con demasiada lentitud y con desmesurado cuidado para evitar golpearse con ningún objeto de lo que parecía ser un enorme salón. Tardó al menos casi media hora en lograr salir de esa enorme mansión ya que, a causa de la gran cantidad de puertas que se hallaban en el recinto, le había costado mucho encontrar la salida.
El aire puro inundó sus pulmones y su piel sintió el frío viento que penetró su ropa acariciando la cálida piel que recubría su delgado cuerpo. Sus pómulos se tornaron inmediatamente rojizos a causa del frío y, en ese momento, se arrepintió de haber abandonado los zapatos y la chaqueta en la habitación, ya que lo único que le abrigaba del helado viento y que mantenía su temperatura corporal, era una fina camisa de manga larga y unos pantalones vaqueros. Emprendió el paso entre la gélida nieve contemplando el paisaje con asombro. Todo era extrañamente hermoso. Un amplio lago congelado se situaba a su izquierda, justo al lado de un gigantesco bosque tan tétrico cómo bello. A su derecha había una gran pradera blanquecina a causa de la nevisca que la cubría.
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| | | Hermione79 Admin
Mensajes : 13 Fecha de inscripción : 15/01/2009 Edad : 35
| Tema: Re: *~*~*ESCLAVA DE LA OSCURIDAD*~*~*(D&H) Miér Ene 21, 2009 5:02 pm | |
| CAPÍTULO 4 (SEGUNDA PARTE): LA HUIDA
Durante algunos minutos permaneció pensativa imaginando cual era la mejor vía de escape. El bosque podría proporcionarle cobijo aunque, claro está, estaba el inconveniente de que era extremadamente fácil perderse una vez ingresara en su interior, por no hablar de las criaturas que pudiesen habitar allí. Por otro lado, podía optar por cruzar con rapidez el extenso prado, el cual no tenía pérdida alguna pero que, a su vez, le dejaba al acecho y en el punto de mira de cualquier fisgón que pudiese darle caza. Finalmente, optó por el primer camino que había contemplado: el bosque, dónde podría pasar fácilmente desapercibida y en el cual podría ocultarse.
Penetró en el lóbrego bosque y, por primera vez desde hacía siglos, se sintió verdaderamente sola y desprotegida. Se encontraba en un lugar desconocido y sin ningún tipo de protección. Tras andar durante unos veinte minutos, sus pies dejaron de responder a su mente, la cual les ordenaba que siguiesen desplazándose, pues se encontraban completamente entumecidos a causa del frío, al igual que el resto de su entumecido cuerpo. Se asentó junto a uno de los árboles que adornaban el lugar y reclinó su adolorida espalda en el duro y áspero tronco del macizo arbolillo.
Lentamente, sus parpados sintieron el peso que producía el sueño y, aún a sabiendas que no podía quedarse dormida, pues con seguridad moriría congelada al pasar las horas, no era capaz de soportar el cansancio que adormecía cada parte de su frío cuerpo.
La causa que logró volver a hacerle abrir los ojos fue el crujido que originó una pequeña rama al ser pisada. Con gran esfuerzo, logró ponerse en pie y, con todos sus sentidos concentrados en descubrir el paradero del intruso, examinó insistentemente el paisaje que le rodeaba. Tras unos bajos arbustos, percibió la mirada de unos brillantes ojos que conocía a la perfección y suspiró con tranquilidad al cerciorarse de que sólo se trataba de la pequeña elfina que tanto le había ayudado.
La menuda criatura se dejó mostrar ante la castaña. Mantenía la mirada baja y sus dedos se enredaban los unos con los otros en una muestra clara de nerviosismo
-Hola, señorita-murmuró la alterada elfina esbozando lo que pretendía ser una amigable sonrisa. -¿Elisa? ¿Qué haces aquí?-preguntó Hermione completamente confusa por la vacilación que la elfa mostraba. -Yo...él…es que...el amo…-farfulló con rapidez-El amo…él…ha descubierto…que no esta…que no está en la habitación y…y…y...-murmuró finalmente ahogando en su garganta las palabras que proseguían. -¡¿Que?!-exclamó Hermione aterrada-¡¿Como lo ha descubierto?!-quiso saber mientras apoyaba su cuerpo en el árbol y colocaba su mano derecha en la frente sin poder pensar en nada más que en lo que la elfina le había mencionado instantes antes. -El amo fue a ver a la señorita a la habitación y...bueno...no la encontró-reveló Elisa con una sonrisa forzosa exhibiendo, sin querer, la preocupación presente en su mirada. La castaña cerró pesadamente los parpados mientras intentaba encontrar una solución factible que pudiese evitar que esa misma noche terminase muerta.
-Señorita-murmuró Elisa intentando captar la atención de la chica, cosa que no logró, ya que la muchacha permanecía sumida en sus pensamientos-¡Señorita!-gritó esta vez con un tono de voz elevado para que Hermione le prestase la atención necesaria. -¿Si?-balbuceó la castaña depositando su atención en la menuda elfina que ahora había emprendido un autocastigo que consistía en golpearse lo más fuerte posible contra uno de los robustos árboles permanecientes en el bosque. La chica se dirigió desgarbadamente hacia aquel atemorizado ser y lo abrigó entre sus brazos para impedir que pudiese seguir haciéndose daño.
-¿Qué ocurre Elisa?-interrogó Hermione sin soltar a la criatura que se retorcía insistentemente entre sus aprisionadoras manos. -Señorita...-susurró la elfina con los ojos humedecidos por el llanto-El amo...El amo…-farfulló sin poder proseguir. -Vamos Elisa. Dímelo-pidió la castaña con impaciencia limpiando con la manga de su camisa las lágrimas que emergían de los gigantescos ojos de Elisa. -El amo se dirige hacia aquí-comentó finalmente la elfina para, seguidamente, desprenderse de los ahora desenlazados brazos de la muchacha, la cual permanecía en trance al borde de un ataque de ansiedad, para dirigirse al árbol más cercano para seguir hiriéndose.
Hermione permaneció pensativa durante algunos segundos sopesando las posibles soluciones a lo que se le venía encima, aunque sólo encontró una solución viable. Sabía con certeza que Draco se dirigiría directamente hacia el bosque, era lo más obvio. Entonces, si era así, ella debería cambiar completamente su rumbo pero no podía dirigirse hacia el prado, allí no tendría escapatoria posible. Necesitaba un lugar inesperado en el cual Malfoy no pudiese encontrarle. ¿Donde podría ir? -El lago...-susurró por lo bajo barajando esa posibilidad, la única accesible. -¿Que ha dicho señorita?-preguntó la elfina cesando los golpes que hasta entonces se había estado propinando para, seguidamente, posar sus grandes ojos en la joven castaña. -Si voy por el lago...él no me encontrará-explicó Hermione esbozando una amplia sonrisa en su esperanzador rostro. -¡No puede ir por el lago!-aseguró la elfina adhiriéndose con fuerza a la pierna de Hermione, la cual había emprendido el paso-¡Es muy peligroso! -Lo se...pero es la única opción que me queda si quiero escapar de este maldito infierno-respondió la chica sin cesar el paso todavía con la elfina agarrada a su pierna derecha. -¡No lo haga! ¡No lo haga! ¡No lo haga!...-repetía una y otra vez Elisa sin aflojar sus brazos soldados a la extremidad de la muchacha logrando que ésta llegase a desesperarse ante la actuación de la elfa. -Elisa, si no me sueltas no podré llegar hasta el lago. Y si no llego al lago, Malfoy me encontrará y me matará. ¿Es eso lo que quieres?-preguntó tras proferir un sonoro bufido. La elfina negó lentamente con la cabeza y soltó con recelo la pierna de la castaña. -Gracias-agradeció Hermione dedicándole una hermosa sonrisa para, seguidamente, emprender una carrera en dirección al lago, el cual podía observar entre la espesa vegetación del bosque. Cuando finalmente logró salir de la espesura, se halló ante un extenso lago congelado a causa de las bajas temperaturas que desde hacía semanas habían abarcado gran parte del Reino Unido. Desde su posición, no era capaz de vislumbrar el final de aquel infinito lago pero, ni aún así, perdió en ningún momento la esperanza. Sin vacilación alguna, emprendió el paso por el resbaladizo hielo. Patinó numerosas veces y perdió constantemente el equilibrio. Se encontraba demasiado debilitada a causa de la carencia de alimento y por el frío que había logrado internarse en su, ahora, gélido cuerpo.
En ese momento se percató del hecho de que no sería capaz de llegar con vida hasta el otro extremo del lago. Había cometido un terrible error e iba a pagar por su descerebrada decisión. Sabía que moriría en aquel lugar. Esa sería su tumba. Volteó lentamente la cabeza para observar la lejanía a la que debía encontrarse la mansión y, para su sorpresa, vio algo que jamás hubiese podido imaginar. Su sangre se congeló en el mismo instante en el que contempló aquella figura a lo lejos y su cuerpo quedó completamente inmóvil. A unos cuantos metros, un individuo vestido de riguroso negro, poseedor de un cabello rubio platino y unos ojos grises tan fríos como el mismo hielo que sus desnudos pies pisaban, la observaba. En sus ojos Hermione pudo observar la muerte, sabía que le quedaba poco tiempo. Podía contemplar a la perfección, incluso a esa distancia, el enfurecimiento que los ojos del muchacho irradiaban. Sintió cómo la poca fuerza que le quedaba se desvanecía ante la mirada del rubio y cayó, sin poder agarrarse de algún que otro objeto que le sirviese como apoyo, golpeándose con el duro hielo que, ante el violento golpe, se resquebrajó. Por suerte, no había perdido la consciencia y, haciendo presencia de toda la fuerza que le quedaba, se alzó lentamente originando que la gruesa capa de hielo se agrietase a sus pies a causa de la presión que ejercía su cuerpo sobre ella. Lo último que pudo contemplar instantes antes de ser arrojada al interior de aquella frígida agua situada bajo el hielo, fue la mirada de asombro que el rubio proyectó. Sintió el horrible y agudo dolor que abarcó con totalidad su entumecido cuerpo. Un dolor sólo comparable al que podían causarle cientos de dagas introduciéndose lentamente en el interior de su organismo. Sin saber exactamente cuando, el dolor remitió dando paso a la oscuridad y a la nada. | |
| | | Tadata
Mensajes : 4 Fecha de inscripción : 19/02/2009
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